Un cuento que no era
cierto
Por:
Alejandra Correa.
El
amor, aquella condición en la que das todo por el otro sin importar que recibas
a cambio, la reciprocidad es un elemento utópico donde las almas entran en
colisión. Un día en el momento menos esperado brilla la esperanza, la idea de
que todo es infinito y que todo dura para siempre, pero como diría aquel
vallenato "yo solo pensando que en mi se murió la ilusión porque nada dura
para siempre". Eso es correcto, nada dura para siempre, sin importar
cuanto luches por buscar una felicidad constante la condición humana es tan
incierta que un sentimiento lineal es imposible, porque es contrario al sentir
de los hombres.
Les
contaré una pequeña historia que lo confirma.
Un
día se encontraba la bella Ana en un café del centro, solitaria y pensativa,
con un futuro incierto y desprovisto de cualquier emoción, de repente llega al
café un hombre alto, delgado, de nariz aguileña y con una barba
pronunciada, se veía sutil y tranquilo, aquel hombre pide un café, se sienta
justo frente a ella y por alguna razón a Ana le es familiar, así que, se acerca
y le dice ¿te he visto en alguna parte? Él sonríe, la invita a sentarse y
allí, todo cambio, hablaron durante algunas horas y quizá los dos pensaban,
así como la Maga y Oliveira que un encuentro casual era lo menos casual en sus
vidas.
-Me
recuerdas tu nombre pregunta Ana, soy Augusto- ¿Cómo César? - Si, es posible
que mi madre pensará en ese nombre por César Augustus, tengo nombre de
emperador, - no sé qué estaba pensando la mía cuando me puso Ana, supongo que,
en nada, pues ¿qué es un nombre en estos tiempos? - ¡No creas! Un nombre puede
condenarte a una vida llena de necesidades o por el contrario a una vida de
lujos ¡Naa!, mentiras, es cierto, un nombre no significa nada a menos que te
llames George, como Bush o Barack.
Así
transcurrieron las horas y de repente los días, sin darse cuenta ya eran
aquella mitad que Ana por mucho tiempo estuvo buscando.
Pasado
el tiempo llega la hora de la verdad, esa en la que te das cuenta que eres muy
joven para comprometerte. - Ana le dice a Augusto ¿Vas a terminar
conmigo? Luego ha de ser otra mujer, - pero, ¿por qué siempre piensan las
mujeres que hay un tercero cuando una relación termina? - Porque siempre
resulta siendo así, - la verdad es que quiero estar solo, no sé, creo que a los
cuarenta años uno todavía es muy chico para tomar una responsabilidad tan
grande como vivir con alguien- Supongo que sí, todavía eres muy pequeño, pero
¿Cuándo se supone serás grande? Digamos que a los cuarenta, joven, joven uno no
es que sea, - como lo consideres Ana, la cuestión es que no quiero seguir más
contigo, sé que diez años son mucho y que también te dije alguna vez que
después de una relación tan larga íbamos por fin a casarnos, pero no puedo.
-
Ana decepcionada le dice: bueno, gracias por decírmelo, no perdí mucho tiempo
contigo pues, ¿qué son diez años? Ahora que lo pienso ya no te reías de
mis chistes, debí imaginarme que desde ese día todo había muerto. Ana se
queda mirando fijamente hacia la pared " siempre que a tu compañero
no le den risa tus chistes preocúpate", decía mi abuela, así que te vas
porque ya no te ríes- La verdad es que quiero otras cosas y atarme a una edad
tan prematura me da pánico, -gracias, que maduro de tú parte confesarlo.
Bueno, supongo que tendré que desafiliarte de la caja de compensación- Si, supones bien y
no se te olvide el documento de la notaría donde decíamos que vivíamos en unión
libre, ese que hicimos para que me pudieras afiliar a la EPS, hay que
anularlo, uno nunca sabe, compre yo un apartamento y tú quieras la mitad por
los diez años juntos. Sin embargo, si te sientes más tranquila podemos resolver
nuestras diferencias a través de un abogado. - No, no recuerdo si alguna vez
tuve uno, más bien dile a tu abogado que se comunique con mi psiquiatra, - pero
si tú no tienes psiquiatra- No tenía, ahora creo que sí lo voy a tener.
Augusto
se queda mirándola fijamente a los ojos y le dice, Ana, bella y dulce, el último favor
que te pido es que me ayudes a pagar la suscripción al office es que tú
siempre me haces esas cosas- Claro, solo espera que me termine de dar un infarto.
Ana
le ayuda a pagar la suscripción de office, y quién pensaría que ese encuentro
tan romántico sería el último encuentro de dos seres que tanto se aman.
FIN.
Ese hombre alto, delgado, de nariz aguileña y barba pronunciada, fue al encuentro en ese café, con la única intención de entablar una bonita amistad. Él recientemente salía de una decepción amorosa, y conociendo el precio que trae ésta para el cuerpo y para el alma, en ese café no buscaba sino una conversación.
ResponderBorrarLo que pasa es que Ana sabía de cine, política y literatura, y tal vez sin quererlo Ana fue enamorando a Augusto. Lo que pasó después fue una relación tan hermosa que marcó la vida para los dos.
Lo que pasa es que la vida cambia demasiado, y el miedo hace pasar malos momentos, aún a una relación tan bonita como la de Ana y Augusto.
Es realmente duro cuando se inmiscuyen terceros, algunas veces sin nosotros quererlo.
Los terceros lo cuestionan todo,sentir que puedes ser reemplazable, que te encuentras con los terceros en momentos en que se lucha por una relación que vale la pena sea salvada.
La verdad no sé si este tipo de historias de personas que se aman tanto tengan un final.
Que pase el tiempo y que el amor triunfe de verdad.
Hola! Ganjeh, me enternece lo que escribes, quién sabe que hubiese pasado si el destino hubiese sido distinto.
BorrarVamos a ver que pasa en la próxima historia.
Gracias por leerla.